lunes, 15 de febrero de 2021

Una nueva esperanza

Veo brotes verdes. Hay indicios de mejora, tanto en el asunto de las mascarillas tratado en el artículo anterior, como en la metodología de la enseñanza. No tiene nada que ver una cosa con la otra, salvo por el hecho de que yo aprecio en ambas esos brotes. Aún son muy tiernos, pero hoy me siento optimista.

Respecto a las mascarillas: terminé de escribir ese artículo el 25 de enero, pero lo retuve hasta el uno de febrero por si se me ocurría algo más. El día 24 dejé de contar mascarillas porque estaba bastante saturado. Pero pasados unos días, recuperé la manía. El 12 de febrero, después de cinco días contando, he acumulado un total de 2998 personas. Entre octubre y enero, los números podían variar significativamente de un día para otro, pero acumulando los resultados cada cuatro o cinco días, las variaciones solían ser suaves. Así, el porcentaje de mascarillas bien puestas se mantuvo muy constantemente en torno al 85%. Un día particular podía subir o bajar tres o cuatro puntos, pero ese dato tendía a estabilizarse enseguida en torno a ese 85% al agregar los datos semanales, por ejemplo. Así que cinco días empiezan a ser significativos.

Pues bien, en estos cinco días, el porcentaje de mascarillas bien puestas ha subido a un 93%. ¡Bravo! Estamos mucho más cerca. Se ha mantenido el porcentaje de bufandas y ha bajado el porcentaje de personas que no la llevan o la llevan en el codo. Pero, sobre todo, se ha desplomado el porcentaje de narices fuera, desde aquel casi 11% a algo menos del 3%. Son solo cinco días, pero la variación es tan grande que espero que se consolide. Como siempre, no creo que exista una única explicación, más bien han de coincidir varias causas. Propongo tres:

Una, que llegada una tercera ola con más contagios que las otras dos, y casi tantos muertos diarios como en la primera, más gente se haya acabado de enterar o de concienciar. Dos, que al aconsejar utilizar la mascarilla FFP2 se haya conseguido un típico efecto moda. Mucha gente usa esa mascarilla, no por motivos sanitarios, sino por moda. Con esa mascarilla es más difícil dejar la nariz fuera. Y tres, un porcentaje no despreciable de los narices fuera están ahora en los hospitales.

En cuanto a la metodología educativa, antes me iré un poco por las ramas. 

El insulto, el mote, la etiqueta, el eslogan, el lugar común, etc. sustituyen a los argumentos y a los  razonamientos. Esto da seguridad a las personas de pensamiento débil. Permite identificar a los propios y aleja a los extraños. Es el modo natural de comunicarse ─¿comunicarse?─ en Twitter, pero también es frecuente fuera de las redes. Es un modo de comunicarse que triunfa entre las generaciones de la ESO, pero también se extiende entre las anteriores. Así, dices que algo ha pasado en Radio Televisión Espantosa y ya no tienes que argumentar cuáles son los defectos de esa emisora, "ya sabemos todos que...". Es lo que pasa al llamar El coletas a Pablo Iglesias o Pedrito a Pedro Sánchez. «El coletas da una paguita a sus amigos para que no trabajen». Ya no hay nada que se pueda discutir. «Zapatitos (Zapatero) se apoyó en ETA». Los propios estarán de acuerdo y los demás no tienen opción siquiera de buscar una fisura argumentativa por donde entrar. 

El mismo diario digital ─El Español, dirigido por Pedro J.Ramírez─, titulaba el 24 de abril de 2020 «Clamor para que Sánchez delegue la desescalada en comunidades autónomas, municipios y empresas», mientras que el 14 de agosto decía, «Clamor para que Sánchez retome el mando único en la pandemia y acabe con el caos autonómico». Está claro que el clamor solo existía entre sus lectores más incondicionales.


El expresidente asturiano Vicente Ávarez Areces era el gordo fartón, y Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos, también expresidente de Asturias era el asomao que, al menos, tiene gracia. Estoy tratando de recordar motes para zaherir u ofender a políticos de derechas, pero ahora no me salen. Bueno, sí. La lideresa, Esperanza Aguirre, pero eso es casi laudatorio.

Como sabéis, la ley Celaá se ha combatido a base de eslóganes: es la octava ley de educación de la democracia, no tiene apoyo parlamentario, ataca el castellano, a la enseñanza privada y a la educación especial. Ninguno se sostiene, como he tratado de argumentar con cinco artículos. Pero, quizá, el lugar común más recurrente entre quienes hablan de educación es lo del método memorístico. Sufrimos, dicen los aficionados a este tópico, un sistema de enseñanza anclado en el pasado del que no acabamos de desterrar la memoria. Ya he expresado mi opinión repetidas veces. Pretender eliminar el uso de la memoria de la educación sería como pretender eliminar el terreno de juego del fútbol o del balonmano.

El último apóstol antimemoria, cuyo nombre no llegué a oír, dijo en una entrevista radiofónica que los países que mejores resultados alcanzan en la evaluación PISA son los que han sustituido los métodos memorísticos por métodos imaginativos. Esto es directamente falso. Se puede criticar la metodología china o coreana, pero desde luego no se les puede acusar de haber abandonado la memoria ni el conocimiento poderoso.

Los brotes verdes. 

Uno. Voy a clase de Inglés en la Escuela Oficial de Idiomas de Vigo. La enseñanza de las lenguas extranjeras es de las que más ha modernizado su metodología. El aburrido método repetitivo de hace 40 o 50 años se ha transformado en una metodología activa y participativa. Pero las actividades que se desarrollan se repiten varias veces para que los objetivos de aprendizaje queden fijados en la memoria. Mi profesor de Inglés es muy bueno. Didáctico, entusiasta, ameno, atento a detectar las dificultades, muy trabajador y de mediana edad. Después de varias actividades dedicadas a aprender ciertas expresiones necesarias para poder contar las rutinas diarias, dijo que debíamos aprender esas expresiones de memoria. Yo entendí, o quise entender, que se refería a que aquellas expresiones debían quedar fijadas en la memoria para poder utilizarlas de forma automatizada: get up, have a shower, have breakfast, leave home, go shopping... Sin embargo, una compañera, mujer sensata e inteligente, madre de dos alumnas de la ESO, se sintió descolocada. «¿De memoria? ¡Horror!». Las explicaciones del profesor fueron un tanto embarulladas. Pero yo supe que ahí había un profesional de la enseñanza inteligente. La batalla no está perdida.

Dos. Entre los días 15 y 18 de febrero de 2021 se celebra el V Congreso Internacional de Comprensión Lectora Infantil y Primaria, organizado por la asociación Leobien en la que colabora la editorial Edebé. Como señalan las evaluaciones internacionales y el profesor Luri, entre otros, ese es el auténtico problema de nuestro sistema. La comprensión lectora es imprescindible como puerta de entrada a todos los saberes y habilidades. Una de la responsables de ese congreso, Mª Jesús Palop Sancho, dice: «Para mejorar la comprensión lectora hay que trabajar en tres aspectos: la atención, la memoria y la inferencia».

No tengo más que añadir.

P.D. Entre los 2998, uno se tapaba la nariz dejando la boca al aire. Es mi héroe.

3 comentarios:

  1. Entre las virtudes de tu profesor citas la de ser de mediana edad. ¿Lapsus linguae?
    Y en cuanto a motes de políticos de derechas, recuerdo "Yoda" para Jordi Pujol, "el del bigote" para Aznar, y mi favorito: María Dolores de Conspirar.

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    1. No era exactamente una virtud, sino una característica significativa. No tiene edad suficiente para ser un profesor "antiguo", de clases magistrales, pero tampoco es tan joven como para sentirse necesariamente fascinado por las bobadas actuales.

      Esos motes que señalas no hicieron tanto furor como lo de el coletas y el pedrito. También circuló Mª Teresa Fernández de la Vogue.

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  2. Hasta Suiza llegan rumores de un mote dedicado al actual Presidente de la Xunta de Galicia: 'el habichuelo'.

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