sábado, 9 de diciembre de 2023

Pantallas

La noticia de los últimos días es la decisión de la Xunta de Galicia de prohibir los teléfonos móviles en los centros educativos en los períodos de ocio -antes llamados recreos-, a partir de enero de 2024. Ya estaban prohibidos en las aulas desde 2015, "excepto con fines pedagógicos y bajo supervisión del profesorado". La importancia de la noticia se aprecia porque no fue el conselleiro de Educación sino el presidente de la Xunta el que la anunció. Este -el presidente-, subraya que, de hecho, ya estaban prohibidos en el 75% de los centros. Así que parafraseando a Suárez, el presidente se limita a hacer normal a nivel de ley lo que es normal a nivel de calle.

(NOTA: Suárez, Adolfo. Cebreros, Ávila, 1932- Madrid, 2014. Presidente del gobierno de España de 1976 a 1981 y, por tanto, primer presidente del gobierno del actual régimen democrático.)

Tengo claras dos cosas. Una: la medida será bien recibida, en general, en los centros. Dos: la medida no será cumplida.

Pero no me centraré en los teléfonos móviles, sino en las pantallas en general. En cómo la presencia de dispositivos digitales ha influido en la educación. Antes de expresar mi propia opinión, me referiré a algunos estudios sobre el asunto. Por ejemplo, este publicado en Magisnet en diciembre de 2022. Tres grupos de niños de 3 a 5 años. Uno usa tablets, otro recibe contenidos a través de una presentación de diapositivas, el tercero usa lápiz y papel. Conclusión: el uso de la tablet es más divertido. El aprendizaje conseguido es similar con las tres metodologías.

Este otro estudio, "El uso de las tabletas y su impacto en el aprendizaje", publicado en 2018, señala varias ventajas en la percepción del uso de las tablets por parte del profesorado, alumnado y familias. Esas ventajas tienen que ver con la motivación, la mejora de la competencia digital y de otras competencias, pero no son significativas las mejoras en el aprendizaje o, mejor dicho, no hay evidencias suficientes y se propone diseñar investigaciones específicas para ello.

Este artículo publicado en 2021 menciona un estudio en los Países Bajos. Según él, las tablets mejoraron la autonomía y motivación de los alumnos y no perjudicaron otros aspectos. El mismo artículo menciona un estudio realizado en Argentina con alumnos de cinco años. El estudio concluye que no hubo diferencias de aprendizaje entre los niños que usaron y los que no usaron las tablets. Los que sí las utilizaron comenzaron a desarrollar competencias digitales, mostrando un aumento considerable de sus habilidades con dichos dispositivos.

Otros estudios arrojan resultados similares. Ya sean tablets o portátiles, parece que siguen ejerciendo un buen efecto motivador, mejora la competencia digital y, a veces, la autonomía, pero la mejora del aprendizaje no es concluyente.

En España las aulas se informatizaron mayoritariamente a partir de 2009 con el programa Escuela 2.0. Este programa del Ministerio de Educación -como quiera que se llamara entonces- destinó 98 millones de euros, el primer año, 302 millones en total, para convertir todas las aulas de 5º y 6º de primaria y de 1º y 2º de ESO en aulas digitales, dotándolas de unos pequeños ordenadores portátiles para uso de cada alumno -en el aula, solo-, más pizarra digital y ordenador del profesor. Además, se formó a los profesores y se elaboraron materiales didácticos. El programa se aplicó entre 2009 y 2012. Las comunidades autónomas participantes deberían aportar otra cantidad igual a la aportada por el ministerio. Participaron 11 comunidades además de Ceuta y Melilla. Participaron de forma parcial Asturias, Baleares y Canarias. No participaron Madrid, Murcia y Comunidad Valenciana. Ya os imagináis por qué. Sí, por eso.

Que no participaran no significa que no procedieran a dotar sus aulas de dispositivos informáticos. En esos años, el número de ordenadores por alumno pasó de 0,15 a 0,63 en toda España (es decir esa tasa se multiplicó por 4,2). En las comunidades no participantes, la tasa aumentó algo menos, pero estuvo cerca: pasó de 0,16 a 0,57  (se multiplicó por 3,6). O sea, aplicaron sus propios programas de informatización.

Pues bien, uno de los informes PISA vino ad hoc para medir la influencia de este programa. Si estáis familiarizados con este informe, sabréis que evalúa tres competencias: Matemáticas, Lectura y Ciencias, pero, además, cada informe elige una para profundizar más en ella. En el informe de 2012, la elegida fue Matemáticas y, entre otras cosas, introdujo el CBA (Computer Based Assessment), un módulo para evaluar la competencia en test realizados por ordenador. Un estudio español compara los resultados de la evaluación PISA2012 con los de la evaluación anterior, PISA2009. Las conclusiones son demoledoras; copio y pego:

"No parece que la extraordinaria inversión en equipamiento informático llevada a cabo en los centros educativos en el periodo de estudio (2009‐2012) haya revertido en un mejor rendimiento académico. De hecho, el número de ordenadores por alumno en 2012 ejerce un efecto significativo y negativo sobre la nota en Matemáticas para todos los alumnos (no repetidores:‐114,17 puntos, repetidores de 1 curso: ‐42,22 puntos y repetidores de 2 cursos: ‐ 88,56 puntos, respectivamente). Adicionalmente, si el alumno dispone de un ordenador o tableta para su uso individual en clase, se obtiene un segundo efecto negativo en alumnos repetidores: 16,78 puntos (repetidores de 1 curso) y 21,91 puntos (repetidores de 2 cursos).
Aunque en principio habría que esperar que la digitalización de las aulas sirviera para que los alumnos desarrollaran nuevas competencias (como la lectura electrónica), los resultados de la evaluación en Matemáticas mediante procedimientos informáticos (módulo CBA) revelan que participación en Escuela 2.0 no ha logrado aumentar la puntuación en Matemáticas‐CBA (‐3,15 puntos entre alumnos no repetidores que utilizan el ordenador para realizar los deberes 1‐2 veces/semana y ‐48,35 entre los que disponen de un ordenador/tableta en el centro."

¿Cómo es posible este inesperado resultado? Yo creo que este otro estudio que analiza la opinión de los profesores sobre el programa 2.0 nos da varias claves. La primera y más evidente. Tenemos aulas informatizadas pero solo la cuarta parte de los profesores utiliza los ordenadores con cierta regularidad. Más de la mitad siguen utilizando los medios clásicos: papel, lápiz, tiza, etc. Un elevado porcentaje de profesores solo encarga a sus alumnos la búsqueda de información en internet o la confección de trabajos con procesador de textos y no utiliza aplicaciones didácticas u otros usos posibles de los dispositivos.

El programa preveía que fueran los propios profesores los que elaboraran los materiales didácticos digitales. Más del 70 % del profesorado no elaboró ninguno. Y yo digo, claro, ¿qué esperabais? 

La mayoría de profesores señala un efecto motivador positivo, pero reconoce que el uso de los ordenadores les exige un cambio metodológico arduo. Por otro lado, no desean prescindir del libro de texto en favor del libro digital.

Parece que actualmente compiten dos modelos. El del ordenador portátil o tablet en el aula para uso de cada alumno en clase, frente al de la tablet que el alumno se lleva a casa. Hay razones a favor y en contra de cada modelo. El ahorro de peso en las mochilas de los escolares no es un asunto menor. Dicho de otro modo, es un asunto mayor. Pero ambos modelos, creo yo, caben en el análisis anterior.

Algunos datos elocuentes. Alrededor de un 60 % de los centros educativos carecían en 2012 de una política común sobre cómo utilizar los ordenadores. En más de un 30 % de los centros, el profesorado de matemáticas no se pone de acuerdo sobre el libro de texto y utiliza cada uno el que quiere. 

En Galicia, el programa instaló 15 000 ordenadores de alumno con una inversión de 18 millones de euros. El coste de un alumno de Escuela 2.0 ha sido 13 veces superior al coste de un alumno de un curso que no está en el programa. Con el nombre de Abalar y Edix-Gal, el programa continúa hoy en día.

En 2012, aunque alguna comunidad, como Galicia, siguió por su cuenta, el ministerio abandonó el programa Escuela 2.0 con una justificación un tanto ambigua: "evaluación negativa". Los objetivos del programa eran la dotación de ordenadores, la formación del profesorado y la elaboración de materiales. Los documentos que yo he logrado encontrar, como este de la Universidad Autónoma de Barcelona, se limitan a evaluar la parte técnica del programa, es decir, si se "implementó" o no el programa en los tiempos previstos. El documento está elaborado con las aportaciones de los conselleiros o directores generales de cada comunidad. La evaluación es positiva, claro. No he logrado encontrar una evaluación de la incidencia en el aprendizaje. Y ese debería ser el punto más importante. Al menos, los ordenadores siguen ahí, supongo.

Mi opinión es previsible, creo. No hay dispositivo, invento, gadget, adminículo, actividad, metodología o lo que se quiera que convierta a un profesor malo en uno bueno. En manos de un profesor malo cualquier dispositivo es un trasto. En manos de uno bueno, una pantalla es una herramienta valiosa. Un profesor bueno sale adelante aun careciendo de medios materiales. Uno malo, será malo con el presupuesto de la NASA para él solo. La esperanza es que los malos no sean tan malos, sino profesores "en vías de mejora".

¿Cuáles son las cualidades de un profesor bueno?, preguntaréis. Pues no sé. Al menos, uno de Secundaria debe tener entusiasmo por enseñar -no confundir con vocación, esa cursilería-, un profundo conocimiento de su materia y ser consciente de que trabaja con seres humanos adolescentes con una complicada psicología. Eso y procurar no perder la paciencia pese a las pequeñas o grandes barbaridades que cometan los cabroncetes de turno. Bueno, también ganas de mantenerse al tanto de los avances pedagógicos y tecnológicos. Y saber distinguir lo fundamental de lo accesorio. Y facilidad de palabra. Y entender que la enseñanza no es un concurso de popularidad. Ni la escuela un parque de atracciones. En fin que me lío. 

Un padre o una madre no debería preguntar cuántas pantallas hay en el aula de su hijo, sino qué es lo que ha aprendido. Aparte, claro, de preocuparse por todo lo relacionado con abusos y esas cosas, dicho sea de paso.

A mí, las pantallas me permitieron desarrollar actividades que, de otro modo, no podría haber realizado y que eran actividades de gran potencia didáctica. Por ahí van las cosas. Un profesor debe pensar en qué puede hacer con la tecnología antes de encender ningún dispositivo. Lo contrario es caer en la fascinación tecnológica. Es de esperar que, con los años, las nuevas generaciones de profesores sean ya nativos digitales y no tiendan a caer en esa fascinación.

Para terminar, los teléfonos móviles. El principal uso que les dan los adolescentes es el de las redes sociales. Si hay un problema es ese, lo que ocurre en las redes, no el teléfono en sí mismo. Hoy en día, un móvil es indistinguible de una tablet pequeña y, como tal, es una herramienta de aprendizaje valiosa, útil. Estoy a favor de su uso en clase con fines didácticos. Un problema, no pequeño, es la diferencia entre los chicos de distintos entornos socio-económicos. Debo hacer memoria, pero ahora no recuerdo ningún alumno que, en mis últimos años de trabajo, no tuviera móvil.

La prohibición en el recreo no funcionará porque el profesor que esté de guardia mirará para otro lado, pensando que bastantes problemas tiene ya como para enfrentarse al héroe lleno de hormonas de turno y pedirle que apague el teléfono. Por no mencionar que después sería probablemente desautorizado por el muy popular y colega tutor del hormonado, jefe de estudios o director. Será una norma que solo servirá para poder decir que existe la norma.

1 comentario:

  1. Además los profesores son educadores, no policías. Chilo

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